Una mañana de sábado que llovía y hacía frío, y, por excepción, me había quedado sola en casa, me di el gusto de desayunar en la cama, toda arropada en mantas de lana, a la vez que retomé la lectura de "La elegancia del erizo" (después de casi un año), mientras de fondo escuchaba en repeat
esta canción. Todo eso me hizo inmensamente feliz.
Vix
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